jueves, 15 de noviembre de 2007

CASPA LA CASPA

A los más estrictos intelectuales, Sevilla les parece casposa, pero es porque no le tienen pillado el puntito. El señor Alcalde no es casposo, ni el señor ese de la oposición que ve un banco roto y se hace una foto tampoco. Son graciosos, simplemente. De la tierra. El ciudadano sevillano no sabe con quien quedarse, entre uno y otro no hay mucha elección... o a lo mejor es que todos somos un poquito así. De muestra, un botón.
No sé...así, al azar 8de verdad d ela buena) me sale de pronto un nombre que acabo de leer en una noticia en prensa: Un tal Angel López Hueso.
No conozco a este ciudadano (con el que desde ahora me disculpo), ni siquiera sé si existe o es una entelequia (miro en google y a veces lo llaman así, a veces lo reducen a Angel Hueso, sin López, como las leyendas urbanas, ni el nombre es seguro); sin embargo aparece a menudo en los medios de comunicación. Dicen que es "Presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes Pumarejo-San Luis". No lo conozco pero es fácil imaginárselo, prototipo sevillano. Camisa blanca abierta, barriga y malas pulgas. No lo conozco pero es fácil imaginárselo mandando faxes y emails a los medios de comunicación, atendiéndolos al móvil, vociferando siempre indignado. Sin conocerlo imagino que ha encontrado ese papel para llenar sus días -como tantos otros sevillanos que encuentran otra cosa- y le dedica a la asociación su vida. A lo mejor en la supuesta asociación ni siquiera hay más asociados, aparte suya, pero eso da igual, él va encontrando su hueco vital. Se dedica a reunirse con Alcaldes, concejales, técnicos y hasta albañiles; desde que hace poco se metió en eso y le encontró el gustito él es "la voz del barrio" para quien haga Falta. Se dedica a denunciar bancos rotos, aventura plazos para que terminen las obras, quizás denuncia también a los mendigos que afean su (el posesivo es muy de aquí) barrio. Leí que incluso solicitó que se ejecutara un deshaucio en el que él ni era parte en el proceso ni nada; sólo por inquina a unos okupas que tienen un centro social en su barrio y no tienen pinta de gente de orden. Y por rellenar sus días.
Ese Hueso no es ni mejor ni peor que nadie. Podía estar en la Junta de una Hermandad, o ser tertuliano de una tele local (apuesto a que aspira a ello) o escribir en el Foro de la Policía Local o pasarse el día sentado en un bar metiéndose con las malas pintas de la gente que pasa. Internet es tan rico que leo que dice que su asociación tiene datos de cuanto van a tardar en terminar de pavimentar la plaza de delante de su casa y no puedo evitar imaginármelo en la obra; todo el día mirando por la valla y diciéndole a los obreros como deberían cavar para hacerlo bien. En verdad, podría estar también en el Ayuntamiento. me recuerda a más de dos concejales, que también eran personajes así en su barrio. En vez de eso ha montado un chiringuito cualquiera y a él le dedica el día. Esa dedicación personal, pura afición, es lo más parecido que se conoce aquí a la democracia participativa. Montas una asociación y llamas a la prensa para quejarte del ruido, de los vecinos de enfrente, de los perros que se cagan y, sobre todo, del Ayuntamiento. Y con eso se convierte uno en interlocutor privilegiado, representante de los vecinos, voz del barrio. Querer es poder, en varios sentidos de poder. No sé si ese señor es de derechas o de ultraderecha (puse su nombre en google y salieron montones de páginas fascistas apoyándolo en nosequé cruzada contra los okupas y los marranos y otras páginas de españoles combativos de los de la dialéctica de los puños, pero dudo mucho que él mismo se meta mucho en eso, pega más que lo apoyen sin más, sin que él ni lo sepa) pero podría ser hasta andalucista, que en nuestra tierra, en estos niveles, las siglas apenas cuentan.
En fin, no sé nada de él, ni tengo nada concreto en su contra, es un ejemplo cogido al azar. Una persona expuesta a comentario público de tanto salir en los medios, que parece un prototipo de barrio. El caso es que es tan sevillano como somos todos, en una ciudad en la que da cosa decirle casposo al alcalde o a los políticos porque así estamos todos aún, a estas alturas. Eso somos, pobre gente que nos metemos en un chiringuito y lo defendemos a muerte y nos lo creemos y nos hacemos los amos.
Sevilla está llena de gente que te raja la pelota cuando se embarca en su balcón.