lunes, 1 de enero de 2007

EL VIOLENTO ALFREDO

A principios de diciembre entró en vigor la ley 7/06 del Parlamento de Andalucía sobre potestades administrativas en materia de determinadas actividades de ocio en los espacios abiertos de los municipios de Andalucía. Es lo que interesadamente se ha llamado "Ley Antibotellón".
Se trata de una norma aprobada por el PSOE de Andalucía utilizando su habitual técnica del rodillo. La ley es deliberadamente ambigua. El artículo 3 de la ley establece que queda prohibido "La permanencia y concentración de personas que se encuentren consumiendo bebidas o realizando otras actividades que pongan en peligro la pacífica convivencia ciudadana fuera de las zonas del término municipal que el Ayuntamiento haya establecido como permitidas." Evidentemente, la norma no aclara qué actividades ponen en peligro la pacífica convivencia y, a cambio, faculta a los municipios para prohibir, sancionar y suspender las actividades de ocio ilegítimas.
Nuestro querido Alcalde, deseoso -ahora que se acercan las elecciones- de calmar a los vecinos molestos con la botellona, ha intentado dar imagen de mano dura al amparo de esta ley.
Evidentemente el Alcalde no sabe o no quiere acabar con la botellona. No le preocupa resolver el problema, sino dar buena imagen ante los sufridos vecinos. Por eso su primera actuación ha sido enviar a la policía municipal, armada de material antidisturbios, a aporrear a todo ciudadano que pasee por las calles del centro más allá de la una de la madrugada.
Así ha conseguido imágenes de violencia policial que mucho vecinos identifican con rigor y eficacia frente a los botellones. Sin embargo es una imagen absolutamente falsa e indudablemente ilegal.
La policía municipal no ha intervenido preferentemente en los sitios donde realmente hay botellona (el Salvador, el Prado, Sevilla Este, El Chile) sino en sitios donde hay bares y es más fácil conseguir esa foto de rigor que buscaba el violento Alfredo: básicamente en la Alfalfa y la Alameda.
El violento Alfredo ha actuado como actúan las bestias, ciego y a golpe y porrazo.
Lo que los ciudadanos deberían saber es que en estos cuatro años Alfredo el bruto no ha utilizado las potestades que tiene para acabar con las consecuencias molestas del botellón. La policía municipal puede sancionar perfectamente -sin necesidad de leyes estúpidas e inconstitucionales- a quien deja basura en la calle, a quien se orina en las puertas ajenas, a los coches-discoteca con música incorporada. Pero no lo hace. Ha permitido que el problema crezca y ahora lo quiere resolver, de cara a las elecciones, con fotografías de policías, con pura imagen. Y encima atacando los derechos de otros ciudadanos que, a menudo sin molestar a nadie, no hacen más que pasear por las calles a las horas en que el violento quiere establecer su particular toque de queda electoral.
Una farsa violenta y ridícula contra la que nadie se pronuncia desde el Ayuntamiento, porque no da votos defender los derechos. Los votos los dan las apariencias, creen todos ellos.